sábado, 5 de marzo de 2016

Los animales y las plantas se adaptan a los cambios climáticos


Lo que dice la ciencia...


Un gran número de extinciones masivas han estado muy relacionadas con el cambio climático. Debido a la gran rapidez del actual cambio climático, el modo en que las especies suelen adaptarse (ej. migración) es en muchos casos, simplemente imposible. El cambio global es sencillamente demasiado dominante y está sucediendo demasiado rápido.
Los animales y las plantas pueden adaptarse al cambio climático
Los corales, los árboles, los pájaros, los mamíferos y las mariposas se están adaptando bien a la rutinaria realidad de un clima cambiante.
El ser humano está transformando el medio ambiente global. Grandes áreas de bosque templado en Europa, Asia y Norteamérica han desaparecido durante los últimos siglos debido a la agricultura, la obtención de madera y el desarrollo urbanístico. Los bosques tropicales están ahora en primera línea. La invasión de especies de plagas, competidores y depredadores está aumentando exponencial-mente con la ayuda del ser humano, y la sobre explotación de la pesca, y de animales silvestres, al borde del colapso, continúa siendo la siendo la regla más que la excepción
A la cabeza de todo esto ha estado una expansión de la población que se ha multiplicado por seis desde el año 1800 y una economía cuyo tamaño global se ha multiplicado por cincuenta. La gran empresa humana moderna se ha construido sobre la base de la explotación. En la actualidad, hasta un 83% de la superficie continental del planeta está bajo la influencia directa del ser humano, y dominamos por completo, el 36% de la superficie productiva. Hasta la mitad de la escorrentía de agua dulce del mundo es hoy en día capturada para el uso humano. La industria convierte más nitrógeno en formas reactivas que todos los procesos naturales del planeta, y nuestros procesos industriales y agricultura les están produciendo una acumulación de gases de efecto invernadero hasta niveles sin precedentes en al menos los últimos 800.000 años y posiblemente.
Es evidente que esta dominación planetaria de la sociedad humana va a tener implicaciones para la biodiversidad. Ciertamente, un informe reciente sobre este asunto, el informe de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de 2005 (un estudio medioambiental de una escala similar a los del IPCC sobre el cambio climático), sacó algunas sombrías conclusiones: el 60% de los ecosistemas del mundo están hoy en día degradados y la tasa de extinciones es actualmente entre cien y mil veces mayor que la tasa “de fondo” de escalas geológicas. Por ejemplo, un estudio que dirigí en 2003 mostró que hasta el 42% de las especies del sudeste asiático podrían estar abocadas a la extinción para el año 2100 considerando únicamente la deforestación y la fragmentación de su hábitat.

Dadas todas estas presiones y trastornos, es razonable preguntarse si el calentamiento global hará alguna contribución adicional significativa a este embrollo. Algunos, como los escépticos S. Fred Singer y Dennis Avery, no ven ningún peligro en absoluto; mantienen que un planeta más cálido será beneficioso para la humanidad y otras especies, y que los
“corales. Además, aunque el cambio climático preocupa a los biólogos de la conservación, no es el objeto de la mayoría de investigadores (actualmente), fundamentalmente, creo, por la severidad e inmediatez del daño causado por otras amenazas.
El calentamiento global, ciertamente, ha afectado ya a los rangos de distribución geográfica de las especies y a sus pautas de reproducción, migración, florecimiento, etc. Pero extrapolar estos impactos observados a predicciones de riesgos de extinción futura es un difícil. El estudio más conocido hasta la fecha, realizado por un equipo de Reino Unido, estimó que entre el 18 y el 35% de las especies animales y vegetales estarán abocadas a la extinción hacia el año 2050 debido al cambio climático. Este estudio, que utilizó un enfoque simple consistente en estimar la variación de rangos geográficos de las especies tras ajustarlo a las actuales condiciones bioclimáticas, provocó un intenso debate. Algunos argumentaron que era demasiado optimista o demasiado incierto porque dejaba, mientras que otros dijeron que posiblemente era demasiado pesimista, basándose en lo que sabemos de la respuesta de las especies y la aparente resiliencia a anteriores cambios climáticos del registro fósil.
Un gran número de antiguas extinciones masivas se han relacionado con cambios climáticos globales, incluyendo la de más radical mortandad que finalizó la Era Paleozoica, hace 250 millones de años, y la, un tanto menos catastrófica pero también dañina, del Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, hace 55 millones de años. Mientras que en el pasado más reciente, durante los ciclos glaciales de los últimos millones de años, aparentemente hubo escasas extinciones relacionadas con el clima. Esta curiosa paradoja de pocas extinciones en las glaciaciones tiene incluso un nombre; se le llama ‘el Enigma del Cuaternario’.
En este periodo, la diferencia en la temperatura global media entre lo más profundo de una glaciación y un periodo cálido interglaciar era de unos 4 o 6 ºC, que es comparable a la que se anticipa para este siglo debido al calentamiento global antropogénico bajo un escenario "business as usual" de uso intensivo de combustibles fósiles. La mayoría de las especies parecen haber persistido a lo largo de estos múltiples ciclos glaciales-interglaciares. Esto puede inferirse del registro fósil y de evidencias genéticas en las especies modernas. En Europa y Norteamérica, las poblaciones se desplazaron hacia el sur a medida que las capas de hielo del hemisferio norte avanzaban, y re invadieron el norte cuando los glaciares retrocedían. Algunas especies pudieron también haber persistido en regiones localmente favorables que estarían de otro modo aisladas en la tundra y paisajes llenos de hielo. En Australia, una cueva recién descubierta ha mostrado que grandes mamíferos (‘mega fauna’) fueron capaces de sobrevivir incluso en el árido paisaje de Nullarbor en condiciones similares a las actuales.
Sin embargo, aunque el registro geológico es esencial para entender cómo las especies responden a los cambios climáticos naturales, hay una serie de razones por las que los futuros impactos sobre la biodiversidad serán particularmente severos:

A) El calentamiento provocado por el ser humano está ya siendo rápido y se espera que se acelere. Escenarios del IPCC como el A1FI y el A2 implican una velocidad de calentamiento de 0.2 a 0.6 °C por década. En comparación, el cambio promedio de hace 15.000 años (última glaciación) a hace 7.000 años (actual interglaciar) fue de ~0,005°C por década, aunque estuvo ocasionalmente salpicado por tumbos abruptos de corta duración (y posiblemente de escala regional), como el Younger Dryas, y eventos Dansgaard-Oeschger y de Heinrich.
B) La optimista estimación en el rango bajo de 2°C de calentamiento durante el s. XXI desplazará la temperatura global media de la superficie de la Tierra a condiciones que no han existido desde la mitad del Plioceno, hace 3 millones de años. Más de 4°C de calentamiento atmosférico retrotraerá el clima del planeta, en tan solo un siglo, al mundo prácticamente libre de hielo que había con anterioridad a hace unos 35 millones de años. La duración promedio de las especies es de tan sólo 1 a 3 millones de años. Así que es muy posible que en el instante (geológicamente comparativo) de un siglo, las condiciones planetarias se transformen a un estado que no se parezca a nada que la mayoría de las modernas especies del mundo hayan encontrado jamás.
C) Como mencionaba antes, es crítico entender que los ecosistemas en el siglo XXI parten de una línea base ya masiva mente alterada, de modo que han perdido resiliencia. La mayoría de los hábitats están ya degradados y sus poblaciones reducidas, en mayor o menor medida, por las actividades humanas anteriores. Durante milenios, nuestros impactos han sido localizados aunque severos, pero durante los últimos pocos siglos hemos desatado transformaciones físicas y biológicas a escala global. En este contexto, las sinergias (re alimentaciones positivas o de auto-refuerzo) del calentamiento global, la acidificación oceánica, la fragmentación y pérdida de hábitats, las especies invasivas, la solución química (Figura 2) es probable que conduzcan a extinciones en cadena. Por ejemplo, la sobre-cosecha, pérdida de hábitat y cambios en el régimen de los incendios forestales probablemente aumentarán los impactos directos del cambio climático y harán más difícil el que las especies se desplacen a áreas no afectadas, o que mantengan un tamaño de población sostenible. Una amenaza refuerza a la otra, o múltiples impactos juegan entre sí, lo que hace que el impacto conjunto sea mucho mayor que si cada amenaza individual ocurriera aisladamente.
Figura 2: Figura de la Evaluación de los ecosistemas del milenio

D) En el pasado, la adaptación de las especies a los cambios climáticos se producía fundamentalmente desplazando su rango geográfico a mayores o menores latitudes, en función de si el clima se estaba calentando o enfriando, o hacia arriba y hacia abajo en hábitats montañosos. Había también respuestas evolutivas (los individuos que eran más tolerantes a las nuevas condiciones sobrevivían, de modo que hacían a las futuras generaciones también intrínsecamente resistentes). Ahora, debido a los puntos A à C descritos anteriormente, este tipo de adaptación en la mayoría de los casos simplemente no será posible o no será adecuado para la adaptación. El cambio global es simplemente demasiado omnipresente y está ocurriendo demasiado rápido. El tiempo se agota y las especies no tienen dónde correr o esconderse.
El golfo de México  es una cuenca oceánica contenida entre los litorales de México, Estados y Cuba. Los estados mexicanos que tienen costa con el golfo son: Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán; los estadounidenses son: Florida, Alabama, Misisipi, Luisiana y Texas. La isla de Cuba ocupa en la parte oriental del golfo la salida de éste hacia el océano Atlántico, en tanto que la península, también al oriente, separa al golfo del mar Caribe.

Geografía

El golfo de México, y su vecino el Mar Caribe, es una región marítima del Océano Atlántico que se encuentra casi completamente rodeada por el continente americano y por islas. Por este motivo, la combinación de ambos se conoce como el Mar Mediterráneo Americano. México posee extensas continentales que se adentran en el mar, las plataformas del Caribe son más reducidas y terminan en simas que alcanzan de 2000 a 3000 metros de profundidad. Son abundantes los estudios científicos llevados a cabo en ambos mares; sin embargo, la historia de su evolución geológica aún presenta importantes lagunas de conocimiento. En tanto el mar Caribe presenta fenómenos sísmicos y erupciones volcánicas de forma aislada, la cuenca del golfo de México es geológicamente más estable.

Ambas regiones marítimas están unidas al océano Atlántico a través de numerosos estrechos y pasos. No obstante, el intercambio de masas de agua entre las distintas cuencas marinas es limitado, dado que las zonas de comunicación suelen ser de aguas poco profundas. El canal de Yucatán une el mar Caribe con el golfo de México. Las aguas del Caribe son claras, con una menor salinidad que las del Atlántico y circulan en sentido contrario a las agujas del reloj. El agua fluye hacia el Caribe principalmente a través de los estrechos de las Antillas Menores, donde se calienta y abandona la región por el canal de Yucatán en dirección al golfo de México. Estas aguas forman aquí las fuentes de la corriente del golfo. El mar Caribe se encuentra en la zona de los alisios del norte y, por tanto, se caracteriza por la constante presencia de vientos de componente este. Las mayores precipitaciones tienen lugar a lo largo del cálido verano tropical. En esta época también se produce la llegada al Mediterráneo americano de la mayoría de huracanes procedentes del Atlántico, mientras que son escasos los ciclones tropicales que se forman localmente.

Las cálidas aguas del golfo de México y del mar Caribe albergan uno de los ecosistemas más espectaculares y con mayor diversidad biológica de la Tierra. Además de especies raras como el manatí o vaca marina, los juguetones delfines moteados y los gigantescos tiburones ballena, abundan también las tortugas marinas, los aligátores y diversas especies de grullas. El golfo de México, en particular, destaca por su riqueza pesquera; las especies más importantes son, por ejemplo, el reo o trucha de mar, el salve lino (un salmó nido), , la caballa, el atún, el pez vela, la mojarra, el mero y la cubera.
La región padece graves problemas medioambientales. El turismo, la pesca deportiva y la pesca comercial ya han destruido algunas pequeñas islas coralinas. Los pescadores de gambas locales se enfrentan con los protectores de las tortugas y los ecologistas se preocupan por las elevadas capturas accidentales de especies amenazadas. No obstante, en los últimos años se ha conseguido detener el declive de algunas especies de pelícanos y grullas; además, actualmente los grupos ecologistas se dedican a la protección de muchas de las pequeñas islas.

Productos como el petróleo y el gas natural, el mineral de hierro, la bauxita, el azúcar, el café y las bananas son algunos de los bienes comerciales más importantes del Mediterráneo americano. En esta región marítima hay miles de plataformas de prospección petrolífera y refinerías, por lo que es prácticamente inevitable que se produzcan vertidos accidentales e incendios en las plataformas que son difíciles de controlar. Además, esta región tiene una fuerte dependencia económica del comercio americano y europeo, así como de la industria del turismo.

Acuerdos de de limitación fronteriza marítima

Estados Unidos Mexicanos y República de Cuba. Acuerdo sobre delimitación de los espacios marítimos de los Estados Unidos Mexicanos y la República de Cuba, en las áreas en que dichos espacios serán colindantes en virtud del establecimiento de la zona económica exclusiva de México y la eventual creación de una zona económica de Cuba (o su equivalente), del 26 de julio de 1976.

Estados Unidos Mexicanos y Estados Unidos de América. Tratado para resolver las diferencias fronterizas y pendientes y para mantener a los ríos Bravo y Colorado como la frontera internacional entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América, del 23 de noviembre de 1970; Tratado sobre límites marítimos entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América, del 4 de mayo de 1978, y Tratado entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y el Gobierno de los Estados Unidos de América sobre la delimitación de la plataforma continental en la región occidental del Golfo de México, más allá de las 200 millas náuticas, del 9 de junio de 2000.

Estados Unidos de América y República de Cuba. Acuerdo sobre límites marítimos entre los Estados Unidos de América y la República de Cuba, del 16 de diciembre de 1977.
Historia

Aunque Cristóbal Colón es acreditado como el descubridor de América, ninguno de los barcos en sus cuatro viajes llegaron al golfo de México. En el año1492 tomó posesión de las Bahamas en nombre de la Corona española, convencido de haber encontrado una nueva ruta marítima hacia Asia. Colón en los viajes posteriores sólo navegó en aguas del mar Caribe, alrededor de las islas de Cuba y La Española. El primer europeo que exploró en aguas del golfo de México fue Américo Vespucio en 1497. Siguió la línea costera continental de América Central antes de volver al océano Atlántico a través del estrecho de la Florida, entre la península de la Florida y la isla de Cuba. En sus cartas, Vespucio describió este viaje, y una vez que Juan de la Cosa regresó a España realizó un famoso mapa que ya representa a Cuba como una isla (Mapa de Juan de la Cosa).

En 1506, Hernán Cortés tomó parte en la conquista de La Española y de Cuba, recibiendo una gran propiedad de tierra y esclavos indios por su esfuerzo. En 1510, acompañó a Diego Velázquez de Cuéllar, un ayudante del gobernador de La Española, en su expedición a la conquista de Cuba. En 1518 Velázquez le puso al mando de una expedición para explorar y asegurar el interior de México para la colonización.

En 1517, Francisco Hernández de Córdoba descubrió la península de Yucatán, siendo el primer europeo que se encontró con una civilización avanzada en el continente americano, que contaba con edificios de construcción sólida y una organización social compleja que reconoció comparables con las del Viejo Mundo; también tuvo razón para esperar que esa nueva tierra habría oro. Todo esto animó dos expediciones más, la primera en 1518, bajo el mando de Juan, y, la segunda en 1520, bajo el mando de Hernán Cortés, que condujo a la exploración española, la invasión militar, y en última instancia los asentamientos y la colonización conocida como la conquista de México. Hernández no vivió para ver la continuación de su obra: murió en 1517, el año de su expedición, como consecuencia de las lesiones y la sed extrema sufrida durante el viaje, y decepcionado al saber que Diego Velázquez había dado prioridad a Grijalva como capitán de la siguiente expedición al Yucatán.

En 1523, Ángel de Villafañe navegó hacia la ciudad de México, pero naufragó en el camino a lo largo de la costa de la isla del Padre, Texas, en 1554. Cuando la noticia del desastre llegó a la Ciudad de México, el virrey solicitó una flota de rescate y envió de inmediato a Villafañe marchar por tierra hasta encontrar los barcos cargados de tesoros. Villafañe viajó a Pánuco y contrató un barco para transportarle al sitio, que ya había sido visitado desde esa comunidad. Llegó a tiempo para saludar a García de Escalante Alvarado (sobrino de Pedro de Alvarado), comandante de la operación de salvamento, cuando Alvarado llegó por mar el 22 de julio de 1554. El equipo trabajó hasta el 12 de septiembre para salvar el tesoro de la isla del Padre. Esta pérdida, en combinación con otros desastres de barcos en todo el golfo de México, dio lugar a un plan para establecer un asentamiento en la costa norte del golfo para proteger la navegación y hacer más rápido el rescate de los náufragos. Como resultado, fue enviada la expedición de Tristán de Luna y Arellano, que desembarcó en la bahía de Pensacola el 15 de agosto de 1559.

El 11 de diciembre de 1526, Carlos V concedió a Pánfilo de Narváez una licencia para reclamar lo que hoy es la costa del golfo de los Estados Unidos, conocida como la expedición de Narváez. El contrato le daba un año para reunir un ejército, salir de España, ser lo suficientemente grande para fundar al menos dos ciudades de 100 personas cada una, y la guarnición de dos fortalezas más en cualquier lugar a lo largo de la costa. El 7 de abril de 1528, vieron tierra al norte de lo que hoy es la bahía de Tampa. Se volvió hacia el sur y viajó durante dos días en busca de un gran puerto que Miruello, piloto maestro, conocía. En algún momento durante esos dos días, una de las cinco naves restantes se perdió en la accidentada costa, pero nada más se sabe de él.

Aunque España mantuvo el control de esta región marítima a lo largo de los siglos siguientes, también establecieron colonias en las islas orientales del Caribe otros países como Gran Bretaña, Francia, Holanda y Dinamarca. En 1697, Pierre Le Moyne d'Iberville navegó desde Francia y fue elegido por el Ministro de Marina para dirigir una expedición para descubrir la desembocadura del río Misisipí y colonizar la Luisiana que los ingleses codiciaban. La flota de Iberville zarpó de Brest el 24 de octubre de 1698. El 25 de enero de 1699, Iberville llegó a la isla Santa Rosa frente a Pensacola, fundada por los españoles; navegó desde allí a la bahía de Mobile y exploró la isla Masacré, más tarde rebautizada como isla Dauphin. Echó el ancla entre la isla Cat y la isla Ship, y el 13 de febrero de 1699, se trasladó a la parte continental, Biloxi, con su hermano Jean-Baptiste Le Moyne de BienvilleEl 1 de mayo de 1699 ya se había completado un fuerte en el lado noreste de la bahía de Biloxi, un poco en la parte trasera de lo que hoy es Océano Springs, Mississippi. Esta fortaleza fue conocida como Fort Maurepas o Biloxi Vieja. Pocos días después, el 4 de mayo, Pierre Le Moyne se embarcó para Francia dejando a su hermano adolescente, Jean-Baptiste Le Moyne, como segundo al mando del destacamento francés. Hasta inicios del siglo XIX el golfo de México era conocido por el nombre de Seno Mexicano o Seno Mejicano.

En el siglo XIX, eran muchos los barcos mercantes de EE. UU. que navegaban por el Caribe, especialmente después de 1848, cuando muchos buscadores de oro se dirigían por mar hacia California.
Desde la Segunda Guerra Mundial, muchas islas caribeñas albergan bases militares estadounidenses que fueron creadas para proteger el Canal de Panamá. La base naval de Guantánamo, en Cuba (construida en 1899), es la más antigua de las instalaciones militares de EE. UU. en el Caribe.
En la porción del golfo de México correspondiente al litoral norte de la península de Yucatán, hacia el Canal de Yucatán, habría caído hace 65 millones de años un meteorito formando un cráter de 180 km de diámetro, denominado Cráter de Chicxulub, y provocando la extinción de los dinosaurios y otras especies.

Todos los seres vivientes están específicamente diseñados para sobrevivir en climas o ambientes determinados. Los comportamientos y las características físicas y fisiológicas especiales necesarias para sobrevivir se conocen como adaptaciones. Los animales que habitan los climas fríos están adaptados de forma única para estos helados alrededores, mientras que otros animales solo hacen cambios temporales a medida que el clima a su alrededor cambia. En climas con diferentes estaciones, la llegada del invierno está marcada por una baja en la temperatura y una disminución de las horas de luz solar. Los animales que habitan estos ambientes tienen diferentes formas de adaptarse a estos cambios.

Adaptaciones para los polos

Los animales que habitan el polo Ártico y Antártico deben estar preparados para soportar temperaturas extremadamente frías durante todo el año. Las características comunes de los mamíferos de los polos incluyen cuerpos redondos y grandes, y orejas, hocicos, patas y colas cortas. Estos rasgos físicos los ayudan a conservar el calor. Además, los mamíferos terrestres tienen pelajes gruesos y una capa de grasa almacenada para aislar el cuerpo. De forma similar, los pingüinos emperadores están cubiertos de plumas densas, con plumas exteriores que los hacen impermeables. Los osos polares tienen pelos huecos que atrapan el aire caliente y piel negra que absorbe los rayos ultravioletas del sol. También tienen una capa interior cubierta por una exterior para protegerse al nadar. Los zorros y las liebres del ártico tienen grandes pies cubiertos de pelaje para moverse mejor sobre la nieve.

Adaptaciones al agua fría

Los mamíferos marinos como las focas, las morsas y las ballenas poseen adaptaciones especiales para las aguas heladas. El calor de los animales de sangre caliente se pierde más rápido en el agua fría que en el aire frío. Un cuerpo redondeado y capas muy gruesas de grasa son necesarias para resguardarse contra la pérdida de calor.

Migración estacional

Muchas especias de aves dejan sus hogares y migran a climas más cálidos durante el invierno para volver en primavera. Eligen migrar a medida que los días se van haciendo más cortos y el suministro de comida se va haciendo más y más escaso. Dependiendo de la especie, los patrones de migración pueden ser los mismos cada año, y ser de cientos de kilómetros. Esto también es válido para algunas especies de invertebrados, como la mariposa monarca.

Hibernación

Muchos mamíferos de lugares con climas cambiantes desarrollan un pelaje más tupido, engordan, guardan comida, y algunos hibernan para escapar de los duros efectos del clima frío del invierno. Los animales más pequeños pierden calor más rápidamente y requieren más energía para mantener su temperatura. Como resultado, muchas criaturas pequeñas como los ratones, las ardillas, los topos e incluso los murciélagos, deciden hibernar. Lo hacen disminuyendo su frecuencia cardíaca, respiración y temperatura corporal, y simplemente duermen los meses de invierno. En Alaska, los osos pardos se retiran a sus cuevas durante los duros meses de invierno, y pueden hibernar por hasta 6 o 7 meses. Esto es debido a su falta de habilidad para regular su temperatura corporal, y también debido a la falta de comida disponible, como invertebrados y pequeños animales y aves.

Invertebrados

En climas de diferentes estaciones, muchos invertebrados mueren al final del verano. Sin embargo, sus huevos, larvas y pupas permanecen escondidas durante el invierno, esperando la primavera. Por ejemplo, las arañas mueren luego de poner sus huevos en un capullo blancuzco que liberará miles de nuevas arañas en primavera. Otras especies de invertebrados como los cien pies, algunas mariposas, los caracoles, las babosas, los mosquitos, las avispas y los abejorros pasan los meses de invierno en un estado llamado sopor. Estos invertebrados producen químicos especiales llamados glicerinas para evitar la congelación.

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